domingo, 13 de abril de 2014

El arte también apoya dictaduras - Qué Hay

El arte también apoya dictaduras - Qué Hay



   El tema no es nuevo, Freud lo llamó El Malestar  de los Intelectuales. Curiosamente los poderosos son intelectuales tradicionales como lo definió Gramsci, para diferenciarlos del Intelectual Orgánico, donde incluye a los maestros de escuela y otras profesiones como los políticos. El Problema de los Intelectuales surge cuando la clase revolucionaria en el poder, hace gala de sus Intelectuales revolucionarios o actúa revolucionariamente dependiendo de una Intelectualidad prestada o no orgánica, como bien explica Gramsci en Materialismo Histórico y los Cuadernos.



   Segun Lenin, sin teoría revolucionaria no hay practica revolucionaria: según la cual la revolución, la clase obrera crea sus propios intelectuales o los recluta (si no los tiene) de la intelectualidad existente. Ser orgánico, como explica Gramsci, es dejar de ser medieval, o tradicional para hacerse orgánico, consecuente con la revolución. Los religiosos son intelectuales apegados a la fe, a la tradición religiosa, defensores de sus ideas, como la labor de los jesuítas en el mundo. O los monjes orientales, primeros que aquellos.



   El Tema intelectual se actualiza cuando entre los intelectuales, estos se alinean con el Sistema y unos rodean la cúpula del poder y otros se marginan o lo son. Alli está el quid de la cuestión del problema o malestar de los intelectuales, a que se refiere Sigmund Frued, Pascal o Umberto Eco o Abbagnano.



   El tema se pervierte cuando el Establishment o Status-quo no encontrando intelectuales los busca por doquier para nutrirse de su sabiduría. Es una perversión atribuirle al intelectual tales cualidades cuando en realidad son ideas originales aunque no creadas por la clase trabajadora. Ejemplo de este concepto es el caso de los militares como intelectuales pacíficos y armados, ligados al poder pero desligados de la libertad ansiada por el pueblo en general.



   Gramsci encontró este intelectual en Benedetto Croce, la UNEAC cubana en José Martí, porque escribió: las heridas se curan con sangre.




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